Discurso disertado en la presentación de la novela "Te espero en el panteón" del escritor Ernesto Facho Rojas
6 de marzo de 2020 |
Tengan muy buenas noches, estimado escritor y poeta Ernesto Facho Rojas, escritor Wilson Valdelomar Recoba y honorable público asistente. En primer lugar, quiero dar gracias a Ernesto por la desmesurada deferencia que ha tenido conmigo al invitarme como comentarista de su novela “Te espero en el panteón” y en segundo lugar decir que me es grato compartir esta mesa con estas nobles personas.
Cortázar escribió alguna vez: Decir literatura o vida, para mí es siempre lo mismo. Un enunciado que podría pasar desapercibido por su aparente sencillez, sin embargo, encierra dentro de sí una profundidad insondable. La literatura vista como la vida misma, la vida iluminada por ese genial arte que encauza existencias, que da razones y direcciones.
Hoy día voy a dar mi punto de vista de la novela “Te espero en el panteón”, como lector y como docente del área de Comunicación en la Educación Básica Regular. Pero primero quiero contarles que yo soy un fanático de las frases, de las buenas frases, y siempre que empiezo la lectura de algún texto ando en busca de ellas, como un filibustero en busca de tesoros, hurgo entre la narrativa y la poesía buscando frases ya que ayudan en mi crítica final del texto y alimentan mi pasión por la literatura.
Con esta novela, pasó algo peculiar, sus primeras líneas que se mostraron atractivas a mi emoción fueron un indicio de un embeleso y de un cautiverio literario del que no podría salir hasta culminarla.
La bailarina se acerca al son del viejo laúd, donde unas manos ensayan una música traída desde el lejano oriente. Así inicia este libro, y desde ya los elementos “bailarina”, “viejo laúd” y “música traída desde el lejano oriente” muestran grandes rasgos de belleza, de estética literaria, una belleza que alcanza su plenitud a medida que se desarrolla la historia y adonde el autor va dejándonos grandes frases dignas de recordar, como la que encontramos en una de las páginas iniciáticas y que consolidan, a mi modo de ver, a Ernesto Facho no solo como un gran narrador sino como un hacedor de emociones, me estoy refiriendo a la siguiente frase, presten ustedes atención y emitan su propio juicio: con ese pelo rojo que cae como si fuera una lluvia de sangre sobre su frente, con esos ojos azules donde se ahoga su corazón. ¡Qué hermoso!, ¿verdad? Uno lee esta frase y se pregunta cómo se hace para escribir algo así, para tener ese pensamiento análogo tan perfectamente poético: ese pelo rojo que cae como si fuera una lluvia de sangre, cómo se hace para mirar a una persona y comparar su pelo con la lluvia y más aún para darnos cuenta que una persona tiene el cabello rojizo y puedo compararlo con una lluvia de sangre. Hay que tener sensibilidad lírica para eso. Pero la magia no termina ahí, continúa con esta otra parte esos ojos azules donde se ahoga su corazón. Ahora el escritor ya no mira el pelo y lo compara con la lluvia, sino que se fija en unos ojos azules donde él ve un océano, donde ve un mar, un mar en donde se ahoga un corazón enamorado, un inmenso océano en el que se adentra un hombre apasionado para no salir más.
Eso y más es "Te espero en el panteón", una novela de suspenso llena de figuras literarias, de frases sublimes, de técnicas narrativas como la de los vasos comunicantes que hacen que el lector no caiga en una lectura tediosa sino más bien en una lectura lúdica donde nuestras ansias de saber qué pasa nos hacen avanzar página tras página para descubrir el enigma que el escritor nos tiene preparado.
Al leer esta novela de Ernesto nos encontraremos a su personaje Camilo de la Piedra, el gran Burlador de México, inmerso en una encrucijada después de quedar atrapado en el Panteón de Belén, un cementerio localizado en Guadalajara. Su encierro es tan misterioso como las historias y leyendas urbanas de este camposanto. ¿Quién lo ha secuestrado? ¿Por qué lo han secuestrado? ¿Qué harán con él?... ¿Ajuste de cuentas? ¿Necesidad económica? ¿Venganza de algún enemigo? ¿Alguna mujer burlada? ¿Una simple broma?... ¿Qué será lo que hizo Camilo para encontrarse en este encierro perverso?
Múltiples son las ideas que atormentan la mente obnubilada del protagonista. Sospechas, suposiciones y recuerdos llegan a su memoria como el frío en invierno. Frente a todo ello, el lector cae rendido ante la curiosidad y se deja llevar por la pasión de la lectura para disipar sus dudas, para descubrir a Camilo de la Piedra, a su padre y su negocio, para adentrarse en los misterios del Panteón de Belén adonde encontraremos un terrible fantasma que odia al protagonista, y ¿quién es ese fantasma?, nos preguntaremos, ¿por qué odia a Camilo de la Piedra?
Diversas son las preguntas que surgirán en el lector al tener delante esta novela que además de lo ya mencionado refleja, a través de sus elementos, personajes e historias, la cosmovisión del poblador latinoamericano en donde la realidad se mezcla con elementos fantásticos. Y digo esto porque todo lo que ocurre en el libro puede ser trasladado al plano real, tangible y cotidiano; incluso de la de los fantasmas en los cementerios, ya que forman parte de la tradición de los pueblos latinoamericanos y de la memoria colectiva de nuestra sociedad actual.
Son muchos los fragmentos que nos hacen emocionar, es tan lograda la historia entretejida en este libro, que apela a lo que un día Jorge Luis Borges llamó la lectura por placer; el verbo leer, decía Borges, no soporta el verbo imperativo, leer es una de las formas de la felicidad y a nadie se le obliga a ser feliz. Y eso es lo que se alcanza con “Te espero en el panteón”, se alcanza la felicidad, la lectura por placer. Una lectura que nos cautiva, que despierta en nosotros la sensibilidad por la belleza, por el misterio; una lectura que está adornada por paisajes miliunanochescos como las del parque Xcaret, Cancún, el mismísimo mar caribe. Una lectura que hubiese querido que se ambiente en Perú, con personajes que hablen como peruanos, aunque estoy seguro que su autor, en alguno de estos años venideros nos sorprenderá con aquello que estoy anhelando. Una lectura que coloca a Ernesto Facho en el podio de los grandes narradores lambayecanos y que lo afianzan como una gran promesa de la literatura peruana.
Juan Miguel Huamán
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